Horror en el museo
Un museo de cera no es gran cosa, solo da para el horror circense de Madame Tussaud. A menos que, inadvertido entre los monstruos risibles, se esconda una entidad que viene desde más allá del tiempo.
Un museo de cera no es gran cosa, solo da para el horror circense de Madame Tussaud. A menos que, inadvertido entre los monstruos risibles, se esconda una entidad que viene desde más allá del tiempo.
Pactos inocentes que llevan la semilla del mal en su seno. Sellos que vienen de la ultratumba marina. Retornos que erizan la piel. El horror lovecraftiano en toda su potencia.
Algunas casas y algunas personas proclaman a todos los vientos su pertenencia al mal. Y el aroma de las bajas acciones cometidas penetra en los poros del inocente que ha sido testigo póstumo del horror hasta helarle la piel.
En su morada de R'lyeh, Cthulhu muerto aguarda soñando. Pero no está muerto lo que puede yacer eternamente, y con los evos extraños aun la muerte puede morir.
Antaño nuestro mundo fue poblado por otras razas que, por practicar la magia negra, perdieron sus conquistas y fueron expulsadas; pero viven aún en el Exterior, dispuestas en todo momento a volver a apoderarse de la Tierra.
Cthulhu, la más famosa de las criaturas creadas por H. P. Lovecraft, duerme en el océano Pacífico, atrapado en una cripta en la ciudad hundida de R’lyeh. Espera a que los ciclos cósmicos y los miembros ocultos de su culto en la Tierra lo traigan de vuelta a su poderío.
Descubre nuevas lecturas con el buscador emocional
Descubre