El Club de las 50 palabras de Ana B. Nieto
Roca Editorial -
Pocas veces ha dado la literatura española un relato tan hermoso como El club de las cincuenta palabras, una novela que parece surgida del mismo universo en el que viven los personajes de libros como Las crónicas de Narnia de C.S.Lewis o La vida de Pi de Yann Martel, y de películas como El laberinto del Fauno de Guillermo del Toro o La vida es bella de Roberto Benigni. Ana B. Nieto entrega a los lectores una parábola de tintes alegóricos que convierte el mar en un territorio inexplorado donde todo, absolutamente todo, es posible.
El club de las cincuenta palabras cuenta la historia de un niño, David Steer, que se obsesionó tanto con la desaparición de su madre que inventó una realidad paralela en la que ella era una de las cincuenta hijas del mismísimo dios Océano. Lógicamente, la verdad no era tan poética, pero la imaginación del protagonista de esta novela quedó tan desbordada por aquel acontecimiento que no sólo se pasó gran parte de su infancia y juventud esperándola junto a la linterna de un faro, sino que se echó a la mar para convertirse en el hombre más joven que dio la vuelta al mundo. Y todo para encontrar a la persona a quien más amaba; una persona que en realidad lo había abandonado.
El club de las cincuenta palabras arranca con una periodista que, deseosa de publicar un gran reportaje, investiga la historia oculta tras un hombre cuya hazaña marítima le ha hecho merecedor de un Récord Guinness. Sus pesquisas le permiten acceder a las memorias de infancia y juventud escritas por el mismísimo David Steer. Ese manuscrito -que ocupa el grueso de la novela- es una narración digna de entrar en los anales de la psiquiatría, puesto que muestra el modo en que alguien puede reinterpretar la realidad según sus propias necesidades.
La historia arranca una tarde de otoño de 1953, en algún lugar de la costa levantina, cuando David Steer tiene tan sólo ocho años. Su madre forma parte de un club de lecturas clandestinas -estamos en pleno franquismo- que tiene por nombre El Club de las Cincuenta Palabras. Las mujeres más cultas de la provincia se dan cita en el sótano de su casa para sentirse libres durante unas horas y han jurado protegerse las unas a las otras para que la opresión a la que la dictadura las tiene sometidas no aplaque sus sueños de libertad.
«[El club se creó] Para que [las mujeres] se apoyaran entre sí y conservaran esa parte de su mundo que no querían o no podían dejar del todo atrás. La vida que llevaban antes de ser madres. La nostalgia de la niñez, del espíritu creador, de la libertad. Porque tener hijos no es compatible con casi nada más, ¿sabe usted? O, al menos, no lo era en aquellos días. Las mujeres no son marineras, son seres terrestres. Pero poseen un océano interior, en el pecho. Eso es lo que siempre me decía mi marido, David. Que los hombres navegan por fuera y las mujeres por dentro.»
Pero el mundo apacible en el que vive David sufrirá un revés el día en que, sin un motivo demasiado claro, su madre lo abandone para regresar a su Nueva Zelanda natal. El niño es incapaz de soportar un acontecimiento tan traumático y empezará a inventar una realidad alternativa en la que su madre es hija del mar y, como tal, ha tenido que salir a rescatar a los marineros que naufragan.
Así, David empieza a transformar la realidad para que se ajuste a sus fantasías. De hecho, tan pronto como su madre le abandona, David confunde un tanque de aguas estancadas que hay bajo su casa con una piscina llena de fauna marina y grutas secretas. Igualmente, cuando poco después es enviado al cuidado de su tío Javier, el torrero (farero) del pueblo, imagina que puede comunicarse con su madre, quien le espera en una cueva a la que se accede por una gruta subterránea. De este modo será como ‘conversará’ con su progenitora, quien le contará que es hija del Océano.
«Mi madre también me habló de sus hermanas, las cincuenta nereidas, y yo aprendí a reconocerlas y a identificarlas a todas. A Psámate en las playas de arena; a Eulímene, en el buen puerto; a Glauce, en el mar gris-azulado; a Ferusa, «la que lleva», durante el viaje, y a Espeo, en las cuevas marinas, a las que protege. Hay una nereida que alienta el desove de los peces, otra que provoca las corrientes, otra que vela por los tesoros. Hay nereidas que cuidan de los pescadores y que componen sus canciones y se las susurran con la brisa. Yo por fin podía ponerles nombres a todas, y admiraba y respetaba cada uno de sus rostros.»
Tras años trabajando como farero, y tras salvar a un hombre de un naufragio, David se decidirá a abandonar tierra firme y explorar los mares. Y lo hará no sólo por el placer de navegar, sino también para estar más cerca del lugar en el que cree que vive su familia: el mar. Así, se convertirá en el hombre más joven de cuantos han dado la vuelta al mundo y su historia le convertirá en una leyenda viva.
Ana B. Nieto ha construido una novela que alumbra con una nueva luz el modo en que concebimos la realidad, demostrando que la imaginación de un niño, sumada a la fuerza del amor, es una de las armas más poderosas del mundo.
Pero también es una historia que muestra las dificultades que han tenido tradicionalmente las mujeres para desarrollar su talento al tiempo que construían una familia y luchaban contra un sistema que las oprimía. Una novela que reinventa el realismo mágico.
A medida que avanza la novela también podemos ver la evolución de David a lo largo de su vida.
LAS TRES ETAPAS DE DAVID STEER:
1-La infancia:
David Steer vive con su madre en un pueblo del levante español. Ella tiene un club de lectura, llamado ‘El club de las cincuenta palabras’, que atrae a las mujeres más inteligentes de la región, es decir, a las mujeres que han visto segadas sus ambiciones por la guadaña del franquismo (y del machismo).
«Dicen por ahí que son una especie de brujas —siguió malmetiendo el joven—. Que se juntan para hacer sus pociones amorosas y sus aquelarres. Siendo madres solteras, más les valdría dejarse de jueguecitos entre ellas y dedicarse a atrapar a algún hombre…»
David dará muestras de su imaginación desbocada ya con ocho años, cuando el sótano de la casa familiar se inunde y unos fontaneros le muestren el tanque de agua que hay bajo los cimientos. El niño creerá que se trata de una piscina secreta en la que habitan animales marinos y en la que se esconden misterios que él debe descubrir.
«La realidad no me defraudó, supo estar a la altura de mi imaginación: había allí todo un ecosistema, vibrante y colorido, más propio del Pacífico y de los arrecifes de coral que del mar Mediterráneo. Allí abajo, protegido en la cámara mágica, todo tenía más sentido que en la superficie. Todo tenía explicación. No solo había caballitos de mar, corales y peces payaso escondiéndose entre las anémonas que prosperaban contra las paredes del muelle sino que, más allá incluso, pude intuir animales más grandes, con la forma de rayas, peces martillo y hasta un pequeño tiburón. Había pulpos y estrellas de mar gigantescas, cangrejos de caparazones como un puño, tortugas marinas y hasta nautilos».
Tras el abandono de su madre, David se instalará en casa de una amiga de la familia, Emilia, que tiene una hija, Eleni, que se convertirá en su confidente. La vida los separará cuando ella decida viajar a Madrid para convertirse en actriz.
2-La preadolescencia y la juventud como torrero:
Pero David pasará pronto a estar bajo la tutela de Javier, su tío torrero, que le enseñará el oficio y le hará comprender la importancia de ayudar a los marineros que se enfrentan a diario a las inclemencias del mar.
«La primera vez que entré en la torre del faro me sobrecogió su altura y la perfección de su forma. Su simetría helicoidal, esa espiral sin fin. Me recordó al amonites que había visto en la cueva, al final del túnel que conectaba nuestra casa con el mar. La primera ascensión a la linterna me dejó sin aliento. Me pareció que allí arriba el aire era menos denso, aunque estaba impregnado de un fuerte olor a petróleo. De su vapor dependía, en aquellos días, toda la incandescencia del faro».
David se irá convirtiendo en hombre junto a Javier y bajo la luz titilante del faro. Pero el deseo de recuperar a su madre nunca se extinguirá y, por tanto, tampoco su capacidad para transformar la realidad. Tanto es así que pronto descubrirá una gruta secreta que le llevará a una cueva donde, al parecer, le espera su progenitora.
La marcha a Madrid de su amiga Eleni hará que David comprenda que se está quedando clavado en el faro y que está dejando que la vida pase de largo sin exprimirla al máximo. Cuando rescate a un marinero de un naufragio, decidirá cambiar el rumbo de su vida y, tras consultarlo con el espíritu de su madre, se lanzará a la exploración marítima.
«El faro era mi refugio. Allí podía habitar un espacio y un tiempo propios, pero empezaba a ser consciente de que no eran del todo reales. Allí podía jugar a ser el chico sin reloj».
3-David, el marinero:
David decidirá echarse a la mar tras conocer al cultivador de ostras Caleb, a quien rescata de un naufragio. A estas alturas, la locura ya domina totalmente al protagonista de la novela, que está convencido de que su abuelo es el Océano, de que su tío-abuelo es Crono y de que el faro está lleno de espíritus que le espían.
«Los faros, me di cuenta entonces, debían de ser como agujeros en la superficie magnética de la Tierra. Estaba seguro de que, si me hubiera encerrado allí de por vida, si hubiera podido cumplir el imposible de no bajar nunca de la linterna, no habría envejecido ni un solo día. La casa del faro, en realidad, no es más que un decorado de casa: la colonia última del hombre junto al vórtice del tiempo.»
Así, David romperá el ‘inmobilismo atroz’ en el que vive anclado y se lanzará a recorrer los siete mares. Junto a Javier y Caleb, se embarcará en el Eurídice II y, durante tres años, navegarán por el Mediterráneo.
«Durante tres años —de los catorce a los diecisiete—, estuve recorriendo el Mediterráneo con Caleb y con Javier. Traíamos y llevábamos las perlas y las curiosidades obtenidas por los buceadores y, en ocasiones, también embarcábamos a algunos viajeros, recorriendo las mismas rutas que los comerciantes de la Antigüedad».
Pero después David se lanzará a navegar por los océanos en soledad y, con diecisiete años, sus viajes le darán fama internacional. Todo el mundo sabe que ha recorrido las costas e islas de toda Francia, de Italia, de Grecia, del norte de África, del extremo sur de la India… Y con 21 años se convertirá en el marinero más joven que ha dado la vuelta al mundo.
La crítica ha dicho...
«Una novela histórica sorprendentemente pulida como debut, con un aire al mejor Bernard Cornwell.» Ernest Alós, El Periódico
«Ana B. Nieto tiene como referencia a los grandes maestros de la literatura fantástica actual como George R.R. Martin». Aurora Intxausti, El País
«Ritmo ágil y fluido, conservando la atención del lector y logrando una lectura muy amena. Se aprecia el esfuerzo para que el lector se sienta transportado a la época». El universo de los libros
En este enlace te dejamos las primeras páginas para que puedas disfrutar de esta novela.
¡Feliz lectura!