La vida según Judith Rashleigh y Caravaggio
Roca Editorial -
De Judith Rashleigh se ha dicho que no deja indiferente, que es inteligente, calculadora y peligrosa. En Dómina, además, se juega el cuello por un Caravaggio que no existe como os contamos en el post de la pinacoteca. Arte a parte, ambos tienen bastante en común. Judith y «el chico malo del Barroco», con sus personalidades de luces y sombras. Por eso tratamos de entender la personalidad de la heroína de L.S. Hilton a través de seis frases de la novela ilustradas con seis pinturas de Caravaggio.
«Si algo había aprendido de Caravaggio, era que has de adaptar tus técnicas a tus circunstancias.»
Es difícil imaginarse a Judith sin un plan. Porque cuando no tiene ninguno, lo inventa. Y, si hace falta, se monta una vida nueva en un país nuevo con un nombre nuevo.
«Lo había conseguido. Ahora era Elisabeth. Judith Rashleigh ya ni siquiera era un fantasma para mí, solo un nombre en un pasaporte guardado en el cajón de mi escritorio.»
«Durante años, me había formado para convertirme en una profesional de la belleza, de la belleza estética, convencida de que el talento, la energía y la inteligencia me proporcionarían una carrera de verdad en el mundo del arte. Y luego había descubierto que con eso no bastaba, que lo único que le interesaba a mi jefe, Rupert, era mi cuerpo. Así pues, lo había utilizado: había decidido jugar según las reglas del mundo en el que me encontraba. Pero las cosas habrían podido salirme fácilmente de otro modo; no podía desechar esa idea.»
Y es por eso que si algo no puede hacer Judith es bajar la guardia.
«El amor no era para mí. Yo iba a averiguar lo que podía obligarles a hacer a los hombres, y algún día emplearía ese poder. Era algo… inevitable.»
Las imágenes de fondo de cada frase son pinturas de Caravaggio, pero si os habéis quedado con las ganas de verlas en todo su esplendor, os las compartimos limpias a continuación:
La cena de Emaús (Caravaggio, 1602)
Jugadores de cartas (Caravaggio, 1595)
David con la cabeza de Goliat (Caravaggio, 1607)
Judith y Holofernes (Caravaggio, 1599)
El sacrificio de Isaac (Caravaggio, 1603)
Apolo tocando el laúd (Caravaggio, 1595)
Nos gusta Caravaggio casi tanto como Judith, pero hay más cuadros que hablan de la protagonista de Dómina y Maestra. Te lo contamos aquí, y aquí. Descubrirás que Judith es una antiheroína excepcional para un thriller excepcional. Pero si todavía no la conoces, empieza por Maestra. Puedes leer ya los primeros capítulos en este enlace.
¡Feliz lectura!