Los protagonistas de Destrucción masiva

Roca Editorial -

Irak, año 2003. Ocho hombres del CNI son asesinados. Uno de ellos es atacado delante de su casa. Los otros siete mueren un mes después en una emboscada en la carretera de Diwaniya. Pero ¿Quiénes eran esos agentes? ¿Cómo eran sus vidas y qué hacían allí? Fernando Rueda se ha puesto en su piel en Destrucción masiva. Nuestro hombre en Bagdad, libro en el que ha querido dar nombre y rostro a los ocho espías que murieron al servicio de su país. 

«Charo, hemos tenido mala suerte, me ha tocado Irak». Alberto Martínez fue el primero en llegar al país: 

«Martínez bregaba todo el día y parte de la noche, a pesar de lo cual sus progresos eran escasos y no se sentía en absoluto satisfecho. Echaba mucho de menos a su mujer y a su hijo, sufría lejos de ellos, pero era consciente de que la soledad era un acicate para trabajar más y con mayor intensidad.»

Él se encargó de entrenar al telegrafista José Antonio Bernal, segundo hombre en llegar. 

«—Quiero serle lo más útil posible. Aprendo rápido, trabajo mucho y seguro que disfrutaré.
—Me encanta esa predisposición. No pude contar mucho con tu antecesor, pero será diferente contigo. Sé que el viaje ha sido largo y pesado, querrás descansar, pero ¿te parece que te adelante lo que me gustaría que hicieras?
—Claro.
—Lo primero, que me llames de tú. Yo no tengo ni idea de Comunicaciones, y de esa parte tendrás que ocuparte solo. Creo que si te preparo, si te enseño algunas técnicas, podrías ayudarme en el trabajo de campo.
A Bernal se le encendieron los ojos de ilusión. Martínez parecía un hombre intenso que le abría una puerta por la que le apetecía entrar.»

Durante un tiempo los dos vivieron en Bagdad con sus familias, pero tras los planes del trio de las Azores de invadir el país, sus acompañantes tuvieron que regresar. Los dos son los grandes protagonistas de esta historia, aunque compartieron su triste destino con los agentes que llegarían más tarde: Ignacio Zanón, Carlos Baró, Alfonso Vega, José Merino, José Carlos Rodríguez y José Lucas Egea.

«Ignacio Zanón llevaba días dándole vueltas a la propuesta de irse destinado a Irak. La mezcla de luces y sombras no le dejaba contemplar con claridad el firmamento. Sería bueno para la progresión de su carrera y para la familia que estaba creando, ahora que iba a tener un segundo hijo, porque le permitiría ahorrar algo. Le echaba para atrás que no era lo mismo haber estado destinado en Kosovo que irse a Irak, en medio de un conflicto armado. La urgencia de la oferta y la escasa preparación que iba a recibir acrecentaban sus dudas.»

«Carlos Baró, treinta y seis años, comandante de Infantería del Ejército de Tierra, llevaba cinco años en el CNI. Tenía la aptitud en paracaidismo y Operaciones Especiales. De teniente y capitán había servido en unidades de combate como la Legión y la Bandera Paracaidista. Su trabajo en el Departamento de Acción Operativa del CNI había sido muy destacado, participando en acciones por toda España. Había estado destinado en la operación de mantenimiento de la paz en Bosnia-Herzegovina y hablaba francés e inglés.»

«Alfonso Vega, cuarenta años, brigada de Infantería del Ejército de Tierra, disponía de los títulos de Paracaidismo, Operaciones Especiales y Buceo, y había elegido siempre destinos de especial riesgo en los Grupos de Operaciones Especiales. Hablaba inglés, algo de francés, y había estado destinado en Bosnia.»

«El comandante José Ramón Merino Olivera y el brigada José Lucas Egea se instalaron en Nayaf con los agentes a los que sustituirían, Martínez y Zanón. Merino, cuarenta y nueve años, el más veterano, había estado destinado en Kosovo y era experto en terrorismo. Como en el caso de su colega Martínez, a su mujer tampoco le hacía mucha gracia que se fuera a Irak, pero comprendía que su profesión estaba por encima de todo y era su vida.»

«El comandante José Carlos Rodríguez Pérez y el sargento José Manuel Sánchez Riera se desplazaron a Diwaniya con Baró y Vega. En este caso, el perfil de los dos equipos era muy distinto. A dos agentes operativos expertos en cumplir misiones arriesgadas los sustituirían Rodríguez, un militar con amplia experiencia como oficial de inteligencia que había estado destinado en Bosnia, y Sánchez Riera, un radiotelegrafista como Zanón, cuya principal tarea serían las comunicaciones.»

Sánchez Riera, único superviviente de la emboscada, «regresaba a casa después de cinco días en Irak, una de las misiones más cortas de un miembro del servicio secreto en el extranjero.»

Así nos comenta el propio autor algunas de las imágenes:

«El 29 de noviembre de 2003, los ocho agentes del CNI se desplazaron desde sus bases a Bagdad para llevar a cabo trámites burocráticos . De camino pararon en la carretera y se hicieron esta foto, la última. Horas después eran masacrados y siete perdían la vida, solo sobrevivió Sánchez Riera, tercero por la derecha.»

Los protagonistas de Destruccin masiva

«José Antonio Bernal e Ignacio Zanón se fueron de paseo en la tarde del 7 de octubre de 2003. Esa noche Zanón durmió en casa de su amigo en Bagdad, que al día siguiente le acercó al aeropuerto. No se volvieron a ver. El 9 de octubre, a primera hora, Bernal era asesinado.»


«Tras el asesinato de Bernal, Miguel Sánchez, el jefe de Inteligencia del CNI, fue a Irak para visitar a los cuatro agentes destinados en Nayaf y Diwaniya. En la foto, de izquierda a derecha: Zanón, Baró, Martínez, Sánchez y Vega.»


Si queréis conocer más sobre los ocho hombres protagonistas de la novela, podéis empezar a leerla en este enlace.



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